¡QUE VAYA Y VUELVA PARA SIEMPRE!


SUR CAPITALINO - ENERO 2019
Por Antolín Magallanes



¡QUE VAYA Y VUELVA PARA SIEMPRE!

El Emblema Azul fue la excusa para sumarle un atributo de protección al Transbordador Nicolás Avellaneda, pero por sobre todo para hacerlo funcionar recorriendo completamente su trayecto de orilla a orilla. El Emblema Azul es un señalamiento que protege los monumentos históricos, es internacional y permite indicar a aquellos inmuebles patrimoniales de cada país.

La iniciativa estuvo a cargo de la Fundación x La Boca, la Comisión Nacional de Monumentos, de Lugares y de Bienes Históricos, el Ministerio de Defensa, el Ministerio de Educación, Cultura, Ciencia y Tecnología, el Ministerio de Relaciones  Exteriores y Culto y UNESCO, y fue acompañada en espejo desde la otra orilla por el Museo Comunitario de la Isla Maciel, y el intendente de Avellaneda Jorge Ferraresi.

El movimiento de esa barquilla delata un espacio único, un mismo paisaje, que se plasma en el río, ese lugar común tanto para la barriada de La Boca, como para la de la Isla Maciel, un tramo a cruzar sobre las aguas que tiende un manto de  continuidades, sobre calles empedradas, típicas casas de chapa acanalada, aire de puerto con nostalgia de barcos, familias, trabajo, arte, deseos y necesidades, situaciones del devenir humano.

Grabadas quedarán para muchos las impresiones y los recuerdos que trajo el ir y venir del transbordador, señoras mayores de la Isla Maciel, vertieron sus lágrimas al recordar su vaivén perdido y volver a experimentarlo, eran novias volviendo a amar;  niños asombrados abusaron del ir y venir como si fuera la atracción de un parque de diversiones. Todo esto sellado a fuego por la sirena estridente de las escoltas de blasón plebeyo a uno y a otra lado del Riachuelo, Los Bomberos Voluntarios de La Boca y los de la Isla Maciel, que alertaron a los cuatro vientos, no ya la tragedia del incendio, sino la algarabía del movimiento sobre las aguas de aquel viejo amigo de hierro que volvía a jugar a las visitas.

Seguramente, esta jornada quedará como un recuerdo, esperemos que esperanzador, pero sobre todo como el puntapié inicial. Ya está reparado, ya está listo, ya nos dio el gusto, ahora el deseo es que funcione siempre, tal vez acotadamente en un inicio, sábados y domingos, quizás, pero que este movimiento iniciado siga creciendo hasta devolverle al transbordador su sentido de  unir las partes. 
La ovación de los vecinos de la Isla Maciel cuando el transbordador volvió a besar sus riberas será difícil de olvidar y seguramente esa maravillosa música viajara en los oídos de los funcionarios, para hacerles más dulce la toma de decisión y ponerlos a funcionar de una vez por todas a ellos y al transbordador. 

Hemos asistido a un sueño, hemos viajado sobre las aguas, hemos abrazado sobre ellas a los de la otra orilla, hemos sabido de la música de los crujientes hierros, de su danza meciéndose sobre un río. Hemos hecho un viaje de ida y vuelta y eso nos marca  un destino de esperanza.

Antolín Magallanes
Ex Vicepresidente de ACUMAR




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